UNA TACITA CON 4 DE LOBO Y 3 DE HURACÁN

No se podía agregar más. Hubise sido empalagante o insulso.
Siete goles rociaron la noche jujeña.¡Cuánta emoción, cuánta entrega! Cuántos errores, cuánta ausencia en las tribunas...
Si Alfred Hitchcock tenía que ver un partido de fútbol, debía ser este por tensión de quirófano y suspenso hasta el final.
El partido parecía encaminarse a un duro enfrentamiento por la pelota, por lo que se jugaba cada equipo, pero rápidamente, Federico Acuña abrió el marcador tras un rebote largo que dejó Oscar Limia.
Los errores se hicieron base de juego y así llegó el empate del visitante. Cuando Gimnasia comenzó a dispersarse en el partido Leandro Díaz se anticipó a Nereo Fernández e igualó el marcador.
El segundo tiempo hizo levantar de sus asientos a los pocos espectadores que acudieron al 23 de agosto, (de manera que no pudieron volver a sentarse, ya que cuando intentaron hacerlo, un rejunte de lluvia y saliva cocal esperaba el remojo de sus nalgas sedentarias) y se pusieron de pie, porque a los siete minutos del segundo tiempo Ricky Gómez alzó la cabeza y con un sutíl toque de zurda habilitó a César Carranza que metió una volea al palo izquierdo de Limia que llegó a rozar pero no desviar completamente; el petiso lleva cuatro goles en este torneo y se perfila para goleador histórico de Gimnasia en torneos de primera división.
Diez minutos duró la alegria, porque luego de un córner empató, para los dirigidos por Claudio Übeda, César González y unas sentenas de segundos después, Diego Herner los dejó en ventaja.
Cargados de furia y con los ingresos de Jorge Luna, Juan Arraya y Gastón Montero, el Lobo organizó una embestida de rabia sobre el area rival comandada por Luna. El ex Armenio manejó los ataques del local con inteligencia y despliegue, jugando y haciendo jugar a sus compañeros. La gente fruncía el seño y fue en ese momento fue cuando el ambidiestro recibió la pelota por izquierda se abrió camino y fulminó con un derechazo a Limia.
La vorágine de adrenalina impulsó a los dirigidos por Omar Labruna a lograr el segundo triunfo y a ocho minutos del final Fabio Pieters recibió unos metros atrás de la medialuna y remató al arco, la pelota se metió y, si bien un empate no era injusto, el equipo local no dejó pasar la ley de gravedad sentimental y el resultado favoreció a la emoción y a Gimnasia.
El equipo de Labruna demuestra que hace lo que siente, pero piensa poco. Habría que desarrollar más la forma de juego, el corazón está intacto.
Ignacio Alabí