Como para un slogan de desayuno purmamarqueño; cargado de quinua, leche de puma, huevos de cóndor y un Snickers para hacerlo bien pesado. Hay que tener en cuenta que el rival es un aguerrido escolta de este torneo que juega de local y tiene la moral altísima.
Gimnasia visita al consolidado combinado de Diego Caña. Equipo de enérgica presión, solidario funcionamiento y con el pecho inflado, luego de vencer a Boca en la mismísima Bombonera.
El Lobo presentará sustanciales cambios dentro del once inicial comenzando por la salida de Nereo Fernández por Gastón Pezzuti y la bien recibida vuelta del capitán Daniel Ramasco, quien compartirá junto a Silvio Iuvalé y Diego Mateo la rasposa mitad de la cancha.
Otra considerable vuelta es la de Juan Arraya que cumplió una sobresaliente actuación el último partido convirtiendo el único gol de Gimnasia con un disparo bien ubicado desde treinta metros (respire lector).
Seguramente que el filtro medio de Gimnasia intentará detener al estandarte ofensivo matador, Martín Morel, para que el engominado no tenga la posibilidad de crear, patear o asistir a los delanteros, Carlos Luna y Leonel Altobelli.
A orillas del del magnífico Río de la Plata Gimnasia quiere ser lobo de mar brotado en aguas dulces para aprovecharse de la confianza que se tiene el tigre en tierra.
A Monumental lleno y a las 19, por TyC sports, Gimnasia puede desmoronar todo el entusiasmo arrinconado en los corazones del Delta. Dirigirá Juan Pablo Pompei.

Ignacio Alabí

No es para asustar a ninguna abuela. Es claro, conciso y confronta con teorías que se desarrollaron a lo largo de estos últimos días en los medios. Hablo de la palabra boliviano.
Hablo del cinismo y la comunión de todos los medios gráficos y, sobre todo, la televisión para referirse al tema que puso en escena a Raúl Ulloa, Saúl Laverni, los bolivianos, los jujeños, los que son bolivianos pero lo ocultan, los inocentes, los resentidos y los que penden de la cuerda por la incertidumbre de su identidad.
Según el ex presidente del Club Gimnasia y Esgrima de Jujuy, Saúl Laverni discriminó hace un año a jugadores de su club en un partido ante Independiente. Los llamó bolivianos.
El ingeniero, que renunció a la presidencia del club, resaltó aquel episodio luego de que su equipo empatara el fin de semana que pasó con Argentinos Juniors bajo arbitraje, malo, de Laverni.
El único que declaró ante los medios televisivos y radiales sobre la ejecución despectiva del árbitro rosarino fue Ulloa. Laverni no declaró, tampoco lo hicieron los jugadores que recibieron un gentilicio extra, de modo que sólo quedó resonando la manifestación del ex presidente que dejara el cargo luego de veinte años de ejercicio.
Los medios televisivos utilizaron la pantalla con el mayor de los cinismos para hablar sobre el tema echandole por los hombros la condición de discriminador a Raúl Ulloa sin señalar que él que utilizó la palabra boliviano como despectiva fue Saúl Laverni, el de la elite de Rosario.
La gente del conurbano bonaerense replica cada vez que se les llama porteños,y rectifican: - ¡Yo soy de Avellaneda! -
La hipocresía es discreta y busca la supervivencia. En un caso como este no hacía falta recurrir a consules, presidentes de entidades que defienden derechos o amantes de todas las étnias. Sólo había que callar y sacar conclusiones.
De modo que dejando el cinismo de lado el problema, no hay necesidad de preparar editoriales o hacer introducciones nefastas sobre lo sucedido.
La tensión existe por la cercanía entre provincia - país, en este caso Jujuy y Bolivia, El suspenso pasa por la identidad ambivalente de ese individuo.
Un gentilicio no es un insulto, el insulto está codificación del escrúpulo humano .
Yo saqué mis propias conclusiones. Sigamos siendo hipócritas, sobrevivamos.


Ignacio Alabí