LA PELOTA NO DOBLA, NI ENTRA
A tres días del fusilamiento argentino en tierras bolivianas (fértiles para el cultivo de coca) Gimnasia empató 1 a 1 en Jujuy con Tigre a 1200 metros sobre el nivel del mar y se confirman fehacientemente con pruebas casi científicas que puede haber influido, con inseguridad, la disminución de oxígeno en la respiración de los jugadores para el resultado final.
La actitud del local fue avasalladora, cual equipo de Marcelo Bielsa presionó constantemente durante el primer tiempo sobre la línea defensiva de Tigre, tuvo la pelota y cuando la perdía, por errores no forzados, la recuperaba con facilidad.
El equipo norteño tuvo numerosas aproximaciones sobre el area rival y las necesarias situaciones de gol como para golear al equipo de Diego Caña.
Apenas comenzó el segundo tiempo, Carlos Luna se avivó de tres errores en una misma jugada cometidos por los centrales del Lobo, le pellizcó la pelota a Gabriel Loeschbor y además contó con un pique que sorteó a Gastón Pezzuti. Tigre ganaba inmerecidamente.
Con la ventaja del visitante, Gimnasia entró en desesperación y continuó atacando, pero ya sin organización; si hasta Diego Mateo, que controlaba cada quite con minuciosidad, llegó a ser el único amonestado en el Lobo por un ataque de impaciencia.
Como un volcán hawaiano siguió atacando el equipo de Héctor Arzubialde, Juan Blengio se fue expulsado en Tigre por doble amonestación y ya con un jugador menos la defensa de los matadores se convirtió en endeble, pero además Gimnasia ya contaba con tres delanteros en cancha, debido al ingreso de Diego Miranda por Juan Arraya y Pablo Calandria por Silvio Iuvalé. Sin embargo, la hinchada local se llevó algunos sustos con Martín Morel que se hizo cargo de la pelota cuando sus compañeros no la pedían, y hasta metió un derechazo cerca del palo izquierdo de Pezzuti.
Con tantas situaciones de gol empujando, llegó el penal para Gimnasia bien cobrado por Néstor Pittana en mano de Pablo Jeréz y convertido por el mejor del local, Ricky Gómez con un zurdazo al medio.
A pesar del malestar por el inmerecido empate, Gimnasia mostró que puede cambiar la suerte acompañado por las derrotas de quienes pelan por el descenso.
En otro momento el Lobo no habría empatado este partido de ninguna forma. La fortuna está en transición.
Ignacio Alabí
La actitud del local fue avasalladora, cual equipo de Marcelo Bielsa presionó constantemente durante el primer tiempo sobre la línea defensiva de Tigre, tuvo la pelota y cuando la perdía, por errores no forzados, la recuperaba con facilidad.
El equipo norteño tuvo numerosas aproximaciones sobre el area rival y las necesarias situaciones de gol como para golear al equipo de Diego Caña.
Apenas comenzó el segundo tiempo, Carlos Luna se avivó de tres errores en una misma jugada cometidos por los centrales del Lobo, le pellizcó la pelota a Gabriel Loeschbor y además contó con un pique que sorteó a Gastón Pezzuti. Tigre ganaba inmerecidamente.
Con la ventaja del visitante, Gimnasia entró en desesperación y continuó atacando, pero ya sin organización; si hasta Diego Mateo, que controlaba cada quite con minuciosidad, llegó a ser el único amonestado en el Lobo por un ataque de impaciencia.
Como un volcán hawaiano siguió atacando el equipo de Héctor Arzubialde, Juan Blengio se fue expulsado en Tigre por doble amonestación y ya con un jugador menos la defensa de los matadores se convirtió en endeble, pero además Gimnasia ya contaba con tres delanteros en cancha, debido al ingreso de Diego Miranda por Juan Arraya y Pablo Calandria por Silvio Iuvalé. Sin embargo, la hinchada local se llevó algunos sustos con Martín Morel que se hizo cargo de la pelota cuando sus compañeros no la pedían, y hasta metió un derechazo cerca del palo izquierdo de Pezzuti.
Con tantas situaciones de gol empujando, llegó el penal para Gimnasia bien cobrado por Néstor Pittana en mano de Pablo Jeréz y convertido por el mejor del local, Ricky Gómez con un zurdazo al medio.
A pesar del malestar por el inmerecido empate, Gimnasia mostró que puede cambiar la suerte acompañado por las derrotas de quienes pelan por el descenso.
En otro momento el Lobo no habría empatado este partido de ninguna forma. La fortuna está en transición.
Ignacio Alabí